lunes, 4 de junio de 2012

FAMILIA Y ADULTO MAYOR

Una primera afirmación que se debe establecer en relación a este tema, es que la adultez mayor es una etapa de la vida que se entiende fundamentalmente como un proceso de envejecimiento de la persona.

Lo importante, a nuestro juicio, es entender y aceptar que se trata de un proceso, lo cual implica la idea de evolución, de cambios paulatinos; se trara de un proceso de entropía o desgaste natral y normal de todo ser humano. No obstante lo dicho, mucha gente no asume, que todos nos encaminamos, todos avanzamos por este proceso, y esta situación de no asumir el propio proceso de envejecimiento se transforma, al interior de la familia, en un problema, en una situación que crea roces y malos entendidos entre los miembros de la familia, que genera, en definitiva, problemas de convivencia.

Esta situación puede verse agravada cuando los otros miembros de la familia: los hijos de los adultos mayores, sus nietos, etc., tampoco asumen –por desconocimiento- que el adulto mayor esta en un proceso de evolución en que se hace cada vez más notorio su desgaste. Toda esta situación afecta a todos y a cada uno de los miembros de la familia y si tuviéramos que determinar por qué llegan a crearse conflictos de convivencia, la causa se podría sintetizar en una palabra: IGNORANCIA O DESCONOCIMIENTO del proceso de envejecimiento por parte de todas las personas que conforman la familia, incluso por parte de todas las personas que conforman la familia, incluso por parte de la propia persona que envejece.

Hay, por tanto, toda una tarea: prepararse para entender el envejecimiento de los demás y prepararse para el envejecimiento de uno mismo.

Tal vez una tarea que deben asumir los integrantes de una familia que cobija a un adulto mayor, es aprender o tomar conciencia que esta persona, adulto mayor, tiene un conjunto de necesidades que requiere satisfacer exactamente en la misma forma que las demás personas. Es decir, el adulto mayor requiere reconocimiento, necesita sentir que es útil, desea saber que lo aman, que es parte de una familia o grupo humano, etc. Es muy triste ver cómo adultos mayores que viven en una familia sufren un proceso de “ensimismamiento” (encerrase en sí mismo) porque no le hablan, no lo toman en cuenta, no tiene tareas o roles que cumplir, etc. En esta situación es la familia la que le está fallando al adulto mayor.

Es imprescindible avanzar en la idea de generar roles y funciones que pueda cumplir el adulto mayor al interior de la familia y que sean, obviamente, compatibles con su proceso de envejecimiento.
Parece que a todos nos cuesta entender que envejecer no es sentarse a esperar la muerte; que ser una persona vieja no es ser inútil. Es aquí donde se requiere una gran tarea de sensibilización de la sociedad toda; para muchos la idea de un envejecimiento activo y productivo les resulta extraña. Les parece como algo lógico. La verdad es que la situación debiera ser al revés; es decir, lo que debiera aparecernos como extraño es que haya adultos mayores –con salud normal- que estén inactivos. Por supuesto que la sociedad tiene mucha culpa en estas “imágenes sociales” creadas, por ejemplo, a través del idioma. ¿Por qué a los jubilados los economistas les llaman “sector pasivo”? De estas expresiones nacen imágenes falsas que generan prejuicios y percepciones erróneas sobre el adulto mayor.
Es importante puntualizar, que este tema de la preparación, de la educación sobre la adultez mayor es una necesidad urgente (recordemos los datos estadísticos que indican un crecimiento acelerado del grupo etario de adultos mayores) de sensibilizar y educar a toda la sociedad para que sepa tratar y convivir con sus adultos mayores; la comunidad entera debe producir los espacios necesarios para el adulto mayor, pero estos espacios empiezan en la propia familia y no sólo son escenarios físicos, son también instancias psicosociales; espacios de convivencias intergeneracionales. En la familia, el hijo y el nieto aprenden y viven el respeto al adulto mayor; en la familia, las nuevas generaciones comprenden la riqueza en múltiples formas que encierra un abuelo o una abuela. Cuando hijos y nietos convivan y comprendan el proceso de envejecimientos de sus padres y abuelos, sólo entonces empezará a desarrollarse una sociedad con características más humanas hacia los adultos mayores.

Otro aspecto sobre el cual queremos compartir, es el tema de la diversidad del adulto mayor. Tal vez sea necesario reconocer que por un afán de sintetizar, o de hacer más didácticas ciertas ideas, hemos inducido y creado una expresión que induce al error. Decir que el “adulto mayor” se caracteriza por esto o aquello constituye una generalización errónea. Hay muchos tipos o grupos de adultos mayores. Por ejemplo, las variables culturales obviamente influye en la adultez mayor. Los adultos mayores que viven en el campo, o en el mundo rural, no son iguales a los adultos mayores que viven en las ciudades, son dos mundos culturales muy diversos.

Todo esto es indicador de que los adultos mayores pueden tener, y de hecho tienen, necesidades distintas, según sea el grupo social o cultural al cual pertenecen y, si esta afirmación es válida, se tiene que inferir que las políticas sociales que en el futuro se formulen e implementen deberán considerar la diversidad sociocultural de este grupo etario.

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